La fascia, antiguamente tejido conectivo, es un entramado que se compone de fibras fasciales individuales que están conectadas entre ellas y que interconectan las células entre si. La fascia se puede imaginar como una tela de araña tridimensional que atraviesa todo el cuerpo. Junto con los huesos define nuestra forma corporal. Para ser capaz de seguir todos nuestros movimientos tiene una estructura muy flexible y adaptable. No es una construcción rígida. Se encuentra permanentemente en cambios estructurales. Según los estímulos de movimiento, la fascia se transforma continuamente. A través de los músculos está conectada con los patrones de movimiento de nuestro cerebro. En consecuencia, no existe ningún movimiento en el que la fascia no esté involucrada. En flexión tiene que ser capaz de comprimirse. En estiramiento tiene que ser capaz de destensarse suavemente. Es decir que si no utilizamos la variedad de los movimientos establecidos genéticamente, el tejido fascial se adapta a los ángulos de los movimientos limitados. Las zonas fasciales, que permanecen contraídas durante mucho tiempo, se enredan por lo que se vuelven menos flexibles.
El masaje rulo de la fascia según Liebscher & Bracht se realiza con rulos y bolas que han sido desarrolladas en diferentes formas y tamaños específicamente para este fin. Se sueltan las zonas de adhesión y enmarañados, establece de nuevo la permeabilidad del tejido para nutrientes y oxígeno y permite la excreción de los metabolitos. Por lo tanto, el tejido conectivo se vuelve más flexible y suave. El masaje rulo de la fascia acompaña y apoya los ejercicios de estiramiento, relaja y “ordena la estructura del tejido”.